lunes, 28 de marzo de 2011

Dama Nocturna

Sentada a solas relato esta carta en la que describo los acontecimientos más lamentables de mi existencia, sé que hay secretos que deben morir en la memoria de un hombre, pero hoy que me acecha la sombra de ríos de muerte debo confesar lo que entre el verano de 1984 y la primavera de 1993 me ocurrió ya que temo por mi vida y la de todo aquel que esté en la oscuridad.

Recuerdo bien aquella noche en que la conocí, mi madre, enferma de gritos fue a mi habitación y por primera vez apretó el interruptor, creando total oscuridad, poco a poco fui sintiendo cómo el frío se acercaba a mí y hundido en un mar de pavor intente gritar sin conseguir ningún resultado, de pronto sentí una caricia en el rostro y víctima de pánico cerré los ojos y después de una serie de abruptos espasmos perdí la razón, el primer rayo de sol que azaroso entro por mi ventana me despertó, con las piernas temblorosas corrí al cuarto contiguo para ahí, hallar a mis padres muertos.

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias, de noche oigo ruidos y tras un relámpago mi casa queda a oscuras, corro impulsivamente al tocador de mi recámara para coger un fósforo y encender una vela pero en el intento tropiezo y caigo rodando sobre el tapete azebrado que adornaba el pasillo, confuso y aterrado siento una caricia en la cara que me hela la sangre y paraliza el cuerpo. Después de unos minutos las luces de mi casa se encienden y con ellas recobro la movilidad, corro a buscar a mis hermanos pero es en vano pues se me ha adelantado.

En este momento, casi 15 años después y alumbrado por la luz de un frasco con luciérnagas, sé que mi destino es enfrentarla y sin miedo a lo que pueda ocurrirme lanzaré por la ventana este recipiente y esperaré con los ojos abiertos su helada caricia.

viernes, 25 de marzo de 2011

PIEL DE CONTRABAJO

Composición Musical (1ª Sinfonía)

Acto Primero


Acaricio tu piel de contrabajo, suaves notas emanan de tu vientre y chocan bruscas con los ásperos gemidos que te provocan mis caricias, me susurras notas que apresuro a escribir en partitura, y mi cuerpo, entre acorde y acorde acordándose va de tus besos.

Dibujo en tus formas mi guitarra y no atino a afinarla, pues los sobresaltos de la sístole no dan tiempo a la diástole y entre espasmo y espasmo desafino y pierdo el compás. Miro tus piernas de acordeón y tu sexo olor a frutas secas me recuerda viejas canciones, un tono más arriba y el ritmo de tu cadenciosa cadera me sumerge en lugares exóticos con danzas árabes y castañas en los dedos. Después la calma (silencioso espacio entre los versos) me recuerda la nota que olvide colgada en tus orejas, vacilo al atraparla entre mis dientes, la encierro con el candado de mi barba, pero, cual ágil oponente se escapa para ser tocada.

La vibrante emoción del coito revela nuevas coplas y tras el orgasmo una melodía suena y llena el escenario, los aplausos no paran, el excitado público se pone de pie y tras una reverencia cae el telón.

lunes, 21 de marzo de 2011

La penúltima plaga

Manchado de oscuridad pura Dante decidió darle fin a su miedo y con el palo de la escoba rompió la bombilla que iluminaba su habitación haciendo brotar un rio de negrura que le empapó los pies y heló la sangre.

La noche siguiente, ávido de sombras destruyó el gran farol que adornaba su jardín trasero e inmerso en un el lóbrego chorro que de ahí emanaba acerco el cuerpo para mojarse por completo sintiendo así un escalofrío que lo recorrió de pies a cabeza.

Ansioso le dio a la oscuridad garras para devorar la luz, esperando con esto superar su temor y así, poco a poco y foco a foco las sombras se apoderan de cada rincón y nos inundan con putrefactas tinieblas.